Corrección, Editorial

Nuevas IA, como Chat GPT o Gemini, y ¿la muerte del autor?

Lo que entendemos por Inteligencia Artificial (IA) es un conjunto de aplicaciones que realizan tareas complejas para las que antes era necesaria la intervención humana. En el caso de la escritura de diferentes tipos de textos (desde mails, mensajes de WhatsApp hasta cuentos, canciones, novelas... o, incluso, ¡hasta tesis!) las IA como Chat GPT o Gemini han venido conquistando el terreno y plantaron bandera para siempre, lo que desafía no sólo la profesión del corrector sino también la del mismo escritor.

¿Por qué? Los desarrolladores de estas apps emplean inteligencia artificial para realizar tareas de una manera más eficiente de lo que lo hacemos los simples mortales. De hecho, mientras escribo esto mismo estoy viendo la opción de "Editar con IA" al lado de la opción para poner el texto en negrita.

Tanto Gemini, como Chat GPT, necesitan ser «entrenados» en una gran cantidad de texto para funcionar. Por ejemplo, el modelo GPT-3 fue entrenado en un conjunto de textos que incluyó más de 8 millones de documentos y más de 10 mil millones de palabras. A partir de este conjunto, el modelo aprendió a realizar tareas de procesamiento del lenguaje natural y a generar textos estructuralmente coherentes y "bien" escritos.

Y ahora llegamos a lo importante: si estas apps pueden generar textos coherentes y aceptables, ¿qué sucede con el autor? ¿Sigue siendo estrictamente necesario? Si hay algo hermoso en el lenguaje es que es una capacidad natural, inherente a nuestra condición humana e innata, es decir, que nacemos con ella como lo hacemos con la capacidad para erguirnos y caminar. En los primeros 6 años de nuestra vida, desarrollamos el lenguaje y aprendemos nuestra lengua del entorno con todo lo que ello implica: la pronunciación, el uso de las palabras, la sintaxis, el vocabulario, la entonación y todo lo que tiene que ver con el desarrollo oral de la lengua.

Una vez insertos en la educación formal, aprendemos a escribir eso que hablamos y le damos un marco formal y un metalenguaje a esta capacidad que ya tenemos naturalizada. La escritura nos da la posibilidad de pensar la lengua y de aprender cómo funciona eso que ya sabemos hacer desde que tenemos dos años. Esos modelos gramaticales que tanto nos cuestan en el colegio son lo que los especialistas utilizan para que estas IA funcionen. Pero la escritura y sus teorías no alcanzan a describir aún la totalidad del fenómeno lingüístico: ¿cómo hacemos, sino para escribir en un WhatsApp que estamos enojados? Lo resolvemos con las mayúsculas o con un emoji o un sticker, ¿no? O especificamos en la explicación que estamos enojados...

Hay muchas características de la lengua hablada que se nos escurren en la escritura y conllevan el uso de nuestra creatividad para poder expresarlas. Para esos casos, las IA se manejan igual que nosotros. Parafrasean emociones o las describen como solemos hacerlo, sólo que de una manera estructurada y robótica, ya que van "adivinando" la oración a medida que procesan palabras, como el famoso auto corrector del celu que nos corrige o nos tira la posible palabra que seguirá a continuación. No son más que una excelente herramienta de anticipación, búsqueda y generación de estructuras textuales y gramaticales. Yo las uso mucho como buscadores de textos y para indagar en estructuras textuales que necesite hacer rápido, porque procesan muy bien las estructuras formales de la lengua. Sin embargo, todavía no alcanzan la sensibilidad humana.

Entonces, ¿el autor está muerto? ¡Claro que no! Está más vivo que nunca y DEBE DE estarlo, pues estas herramientas son rápidas y eficientes y le sirven para su trabajo, pero le presentan un nuevo desafío: que la humanidad no se cuele en la escritura y se caiga por el texto hacia el vacío digital.


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Fuente de imágenes: FreePik.

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