Una página del borrador de "La Nausea" de Sartre
EL PROCESO ITERATIVO DE LA ESCRITURA
Una palabra, tras otra palabra, que se sigue a otra y se conecta con una seguidilla de letras sucesivas. Y así, infinitamente. La recurrencia de la lengua muchas veces se nos presenta como una cascada de expresiones que nos resulta difícil manejar cuando las queremos escribir. Hay siempre un punto en el que la mente nos arrincona con su velocidad y el cuerpo no procesa tanto lenguaje de repente. La página en blanco o incluso el texto arrebatado, lleno de palabrerío, que nos resulta horroroso, que nos deshonra y nos lleva al descarte de nuestra capacidad como escritores. Todos hemos pasado por eso y lo seguiremos padeciendo, pues en la práctica del oficio ese primer paso es el más importante: atravesarlo implica llenarnos de valor e ir hacia lo insondable de lo que no podemos controlar.
La lengua nos nace y nos desborda de la misma manera y es por eso que es crucial darle lugar a la distancia, a la corrección y a la mirada objetiva sobre nuestra propia obra. En este punto, una vez que pudimos manifestar las ideas en alguna especie de texto, el borrador y sus sucesivas revisiones se transforman en la etapa clave del proceso si queremos encarar la escritura de una obra, sin importar su extensión.
¿QUÉ IMPORTANCIA TIENE EL BORRADOR?
El borrador es la transformación misma, la falencia, los errores. Pero es también la PIEDRA FUNDACIONAL en la cual vamos a buscar las piezas fundamentales de nuestro texto, para revisarlas, corregirlas y pulirlas. Una manera de encararlo, para amigarnos con esta primera etapa de la escritura y desmitificar su mala fama, es desarrollar nuestro PENSAMIENTO DIVERGENTE, que nos ayuda a generar ideas y soluciones creativas para resolver un problema. Este tipo de puesta en escena de la mente es lo que nos lleva a enfocarnos en buscar soluciones creativas y nuevas. Implica flexibilidad, originalidad, creatividad y fluidez. Promueve la curiosidad, la proactividad, el inconformismo y la capacidad de arriesgarse y nos impulsa a abandonar nuestra zona de confort.
El borrador es un bosquejo imperfecto, casi como un bosque lleno de árboles y, en su frondosidad, somos los escritores quienes decidimos qué árbol podar, a cuál darle nutrientes para que crezca más fuerte y a cuál dejar morir.
TIPS PARA CORREGIR EL BORRADOR
- Generar distancia del texto: esperar unos días; buscar que lo lea otra persona; leerlo en voz alta.
- Mirar al texto de manera global: no puntualizar en oraciones o párrafos, sino revisar que la idea general se entienda. ¡No dejar supuestos! Aclarar todo lo que pueda resultar ambiguo.
- Descubrir los aciertos: marcar lo que consideramos que está correcto y queremos que se mantenga. Usarlo como eje de sentido.
- Registrar lo que no me gusta: marcarlo y considerar eliminarlo. Si nos genera dudas, lo dejamos marcado para una lectura posterior y seguimos avanzando con la escritura. Siempre es mejor eliminarlo o pausarlo, en esta primera instancia no intentemos corregirlo.
- Reformular: reescribir, volver a redactar. Podemos aislar esa parte del texto, escribirla en una hoja nueva y reformularla para mayor precisión y objetividad.
ESCRITORES FAMOSOS Y SUS BORRADORES
Para desmitificar la idea de la "escritura perfecta" y de la musa inspiradora que baja en un momento de iluminación externa que sólo les ocurre a unos pocos o pocas veces en la vida, te dejo algunos ejemplos de borradores de escritores famosos, que podés leer en el siguiente blog https://aquateca.blogspot.com/2013/04/curiosidades-borradores-escritos-mano.html
¡No subestimes tus borradores ni los tires ni los dejes en pausa! Seguí, seguí, seguí. La itinerancia es la clave para que te conviertas en un tremendo escritor/a.